Sobre Villaldemiro 2019-09-14T06:48:33+00:00

Sobre Villaldemiro

Sobre Villaldemiro

Villadelmiro es una  villa burgalesa enclavada en la comarca de Odra-Pisuerga. Un pueblo junto al río Sambol también denominado, en algunos mapas, como Rio Bol o Penillas, rodeado de campos de cultivo y zonas de valle y páramo que se encuentra a una altitud de 828 metros y ocupa un área de 13,43 km².

En la actualidad el municipio cuenta con una población actual de 72 habitantes (INE 2017) y una densidad de 5,21 hab/km². Su alcalde es D. Facundo Castro del Cerro.

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Villaldemiro, apuntes históricos.

Por Isaac Rilova Pérez
Doctor en Historia y Académico Numerario de la Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes, Institución Fernán González

La aparición de Villaldemiro en la Historia coincide con la seguridad que ofrece el avance conquistador de Alfonso III (c.852-910) y de los condes castellanos vinculados al reino astúr-leonés. Alfonso III extiende sus fronteras por la parte oriental de su reino dominando por completo el valle del Ebro burgalés y ocupando Pancorbo y Cellorigo. Años más tarde repuebla Ubierna, Castrojeriz y Burgos (884) y el conde Fernán González franquea el Duero y conquista Sepúlveda (912).

Al amparo de la seguridad que ofrece el castillo de Castrojeriz se produce la repoblación de la comarca y la fundación de Villaldemiro o “villa de Eldemiro o de Aldemiro”, como su nombre indica. ¿Quién pudo ser este Edelmiro que da el nombre a Villaldemiro? Parece creible que pudiera haber sido un repoblador de origen visigodo refugiado en la Cordillera Cantábrica a raíz de la invasión musulmana, quien aseguradas ya estas tierras tras la conquista de Sepúlveda, se decidió a bajar a la Meseta y con sus gentes fundar este pueblo al que dio su nombre.

El gran medievalista Gonzalo Martínez Díez dice en su libro “Pueblos y alfoces burgaleses de la repoblación”, que Villaldemiro aparece documentado en el Cartulario de Arlanza el 10 de mayo del 1062 con la denominación Villa de Eldemiro, que es nombre de persona. Y así aparece, también, apenas veinte años más tarde (1081) a propósito de unas parcelas que se donan en un contrato matrimonial, en que se encuentra escrito textualmente: “in Villa Eldemiro dono mea procione” (En Villa Eldemiro doy o entrego mi parte o porción”.

Originariamente, Villaldemiro fue lugar de realengo, es decir, perteneciente al rey (no a ningún señor ni a ningún monasterio). Tanto es así que fue lugar escogido por el rey Fernando III para la educación de su hijo Alfonso, que después sería Alfonso X, encomendada a García Fernández de Villaldemiro y doña Mayor Arias. García Fernández, mayordomo mayor de la reina doña Berenguela, ya había ejercido igual cargo con doña Leonor, esposa de Alfonso VIII y posteriormente lo haría con Fernando III el Santo. Casado con doña Mayor Arias fueron los fundadores del monasterio de Villamayor de los Montes, que ambos esposos construyeron para monjas cistercienses y en el cual se levanta su panteón. Afortunadamente su archivo familiar se ha conservado al estar depositado y custodiado en dicho cenobio.

Ciertamente, entre las posesiones heredadas de su padre, García Fernández contaba con el monasterio citado, pero la herencia principal radicaba en Villaldemiro, donde también tenía la suya doña Teresa Muñoz, su primera mujer, matrimonio que fue acrecentado por ambos cónyuges con múltiples compras efectuadas desde principios del siglo XIII.Su intención de constituir en Villaldemiro el eje de su patrimonio aparece evidente en las escrituras de compra otorgadas durante esos años y de ahí que don García recibiera en muchas de esas escrituras el apellido “de Villaldemiro”, localidad donde quizá había nacido. Fallecida su esposa, en 1215 García Fernández contrajo matrimonio con doña Mayor Arias, con quien siguió ampliando su patrimonio en los alrededores de Villaldemiro, como Vilviestre, Torrepadierne, Celada del Camino, Villahoz y Escuderos.

En 1221, apenas recién nacido, Fernando III encomienda a don García la crianza de su hijo Alfonso, que residiría con este matrimonio en Villaldemiro y en Celada durante sus años jóvenes, durante los cuales jugaría y crecería en este pueblo. En Villaldemiro es posible que también falleciera este noble, pues, de hecho, su testamento lo otorga en Villaldemiro el 20 de octubre de 1240, y de 28 de febrero de 1262 es otra carta de donación, también expedida en dicho pueblo, de determinadas propiedades a favor de doña Mayor, su hija, y abadesa de Villamayor de los Montes.

A medida que avanza la Edad Media Villaldemiro abandona el régimen de realengo para pasar al de behetría. Con el inicio del siglo XIV, la inestabilidad política y un proceso de feudalización imparable, hizo que muchos pueblos, como Villaldemiro, tuvieran que acogerse a la protección de un señor o de varios. Es lo que se llamaba Behetría. El término behetría procede del bajo latín benefactoría (hacer bien). Se puede decir, pues, que una behetría era el status de «una población cuyos vecinos tenían derecho a elegir su señor», escogiendo como tal a quien les hiciera más bien.

A esta modalidad pertenecían hacia el año 1300 los señores de Villaldemiro, que eran Lope Rodríguez de Villalobos, Nuño y Álvar Rodríguez Díaz, Juan Ruiz de Rocafuy y Beltrán de Guevara, señores a los que Villaldemiro pagaba por infurción (tributo en dinero o en especie) cuatro cargas de pan, mitad trigo, mitad cebada, que oscilaba entre 88 y 110 kilogramos actuales. A los referidos señores también pagaba Villaldemiro el yantar, que era el derecho del señor y su séquito de albergarse, durante el viaje por su señorío, en casa de cualquiera de sus vasallos, comer en ella y exigir que sus monturas recibiesen alimentos. Los campesinos tenían, además, la obligación de trabajar las sernas, o sea las tierras del señor, durante determinados periodos al año. Además, contribuían con otros impuestos al rey: como servicios gabela para hacer frente a gastos extraordinarios; monedas, otro tributo extraordinario que se pagaba cada siete años; fonsadera, que era una especie de rescate que pagaba el campesino a cambio de no acudir al fonsado, es decir, de no ser alistado en las levas del rey en caso de guerra; y martiniega, rentas habituales pagadas en la festividad de San Martín, que era el impuesto más antiguo y que quizá proviniese del derecho exigido al campesino que se asentaba en un terreno no cultivado previamente. En el barrio de Arenas daban al rey de martiniega 55 maravedíes y en Villaldemiro, 240 maravedíes. Hay que añadir, también, que hay constancia de que en 1450 pagaban rentas al monasterio de San Juan de Burgos por los bienes raíces que este cenobio poseía en su término municipal.

A finales del siglo XV Gonzalo Muñoz de Castañeda, señor de Hormaza tuvo una fortaleza en Villaldemiro, que se encontraba en una finca al Oeste del pueblo, a la que los vecinos llaman el Torrejón o Castrejón, que fue demolida por haberse opuesto éste a Isabel la Católica en la guerra de sucesión a la Corona de Castilla (1476-1479).

AMBu. Iglesia de Santa Juliana

No hay datos de población para esta época, pero sí hay constancia documental de que la comarca era un territorio de pequeñas aldeas. Los pueblos circunvecinos: Iglesias, Tamarón, Celada, Villanueva de las Carretas y Villaquirán de los Infantes, etc. tenían varios pueblecitos, hoy despoblados; Villaldemiro, sólo uno, denominado Arenas, en el pago de Los Arenales, barrio llamado hoy de Santa Juliana por su parroquia, ya derruida. En el Libro Becerro de las Behetrías, anteriormente citado, manuscrito del siglo XIV mandado hacer por el rey Pedro I, donde se expresa detalladamente el sistema organizativo feudal de esa época, ya se le cita como barrio de Villaldemiro. Estas aldeas irán desapareciendo bien por un periodo de malas condiciones climatológicas persistentes (sequías, lluvias a destiempo, agotamiento de los terrenos, crisis de subsistencias…), bien por las pestes del siglo XIV (Peste Negra -1348-1351, etc.), o también por la atracción de los núcleos más grandes.

ADPBu. Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol

En el aspecto eclesiástico Villaldemiro pertenecía en la Edad Media al arcedianato de Lara, que era uno de los seis en los que se dividía la diócesis burgalesa, y dentro de ese arcedianato, dependía del arciprestazgo de Muñó. Es en la Edad Media cuando se construye la soberbia iglesia de Santiago Apóstol de Villaldemiro.  Románica en origen y después plenamente medieval, está dedicada al santo Apóstol. El templo, fechado en torno a la primera mitad del siglo XIII, presenta planta basilical con dos naves rectangulares y una cabecera formada por dos ábsides, uno cuadrado y otro semicircular, precedido de presbiterio recto. Años después, ya en época gótica, se levanta la nave septentrional y el ábside cuadrado, y plenamente gótica es la pequeña y sorprendentemente poco conocida portada principal, con un interesante tímpano donde se esculpió la Coronación de la Virgen, rodeada de ángeles. Las arquivoltas muestran del interior al exterior figuras de ángeles en adoración, las tallas sedentes de los doce Apóstoles y variadas figuras vegetales, portada que recuerda a la cercana iglesia de San Millán de Los Balbases. Finalmente, diferentes reformas posmedievales (sacristía, torre) establecen la imagen actual del templo.

ADPBu. Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol

En el espacio económico, la iglesia parroquial de Santiago de Villaldemiro se reservaba para su fábrica el tercio de la décima parte de los frutos que provenían de los campos, prados, viñas, árboles y animales, además de las primicias, que suponían la entrega voluntaria del primer fruto de cualquier actividad; otro tercio pertenecía a don Joseph Fernández de la Cuesta, residente en el valle de Valdivielso y el último tercio se asignaba a la Real Cartuja de Miraflores. Del barrio de Santa Juliana un tercio lo llevaba el cabildo de la parroquia, otro tercio la Santa Iglesia Catedral de Burgos y del último tercio, dos partes para la Real Cartuja de Miraflores y la parte restante para el cabildo parroquial.

Desde el siglo XIII los papas habían concedido a los reyes de Castilla una donación del diezmo, las tercias reales, que correspondían a dos novenos del diezmo. En consecuencia, la iglesia de Villaldemiro, como el resto de las parroquias, debía no sólo pagar a la hacienda real las referidas tercias, sino concurrir, también, con determinadas ayudas a las demandas extraordinarias por parte de la política regia, en constante batallar con la morisma, como ocurrió con el préstamo de dos marcos de plata que Pedro Pérez, cura de la iglesia de Santiago entrega a Juan II en 1432 para la guerra contra los moros (batalla de La Higueruela).

AMBu. Candelabros de la iglesia de Santiago

Por lo que se refiere a la población que pudo contar Villaldemiro a lo largo de la Edad Media, hay que tener presente que en realidad no se realizaron censos de población que tuvieran una cierta consistencia científica durante esa época; ha habido que esperar, pues, al Censo de Población de la Corona de Castilla de 1588 para constatar que Villaldemiro contaba entonces con dos pilas bautismales, o sea dos iglesias, Villaldemiro y Santa Juliana, con 42 vecinos pecheros (de “pechar” o “pagar”, que eran los únicos que contribuían), que vendrían a ser, con los clérigos e hidalgos, no más de 200 habitantes.En 1675 el concejo de Villaldemiro, haciendo valer un privilegio de Fernando III a su favor, demanda al merino de Muñó para que no ejerza su misión recaudatoria, judicial y militar en el pueblo y en 1794 José de Aranzana, beneficiado de Villaldemiro, pide una limosna a este cabildo, como llevador de una tercera parte de los diezmos del lugar, para reparar la torre de la iglesia, que se encomienda a los diputados de rentas.

El Catastro de Ensenada fue redactado entre 1750 y 1754, como paso previo a una reforma fiscal, que sustituyera las complicadas e injustas rentas provinciales por un solo impuesto, la llamada Única Contribución. En el caso que nos ocupa, recoge que Villaldemiro es villa real, que limita al Cierzo con Tamarón, al Solano con Torrepadierne, al Regañón con Los Balbases y al Ábrego con Villaquirán de los Infantes. En su término hay tierras de regadío y de secano, granos, viñas, prados y tierra yerma, además de un monte bajo de encinas que ocupa cien fanegas de tierra erial, del cual se cortan anualmente 31 carros de leña y los frutos que se recogen en el término municipal son trigo, cebada, centeno, avena, yeros, titos, lentejas, vino y lino.

En Villaldemiro (en ambos barrios), según el Catastro de Ensenada, hay 52 vecinos y 7 viudas, que residen en 63 casas habitables. Además hay un molino harinero y 30 pies de colmenas. Las especies de ganados que abundan son: ovejas, corderos, carneros, vacas, terneros, novillos, yeguas, potros, mulas, bueyes y asnos y el común de la localidad tiene censos con las capellanías de don Manuel Varona, la que fundó doña Catalina Ortiz y la de don Manuel Bernal de Huidobro, además de otra a favor del convento de la Merced, de Burgos, el Cabildo de la iglesia colegial de Castrojeriz y de la parroquial de Santiago de la villa y paga al rey por servicio ordinario y extraordinario 2.731 maravedís anuales.

En esta villa se hallan dos parroquias: la de Santiago y la de Santa Juliana. En la primera hay dos beneficiados y un medioracionero y en la segunda un beneficiado. La nómina de labradores asciende a veintiocho, la de jornaleros a trece y la de criados mayores a nueve. Hay que contabilizar, además, a otros empleos, como el cirujano, arriero, maestro, sacristán, dos pastores, cuatro guardas del campo, un molinero y cuatro pobres de solemnidad. Los apellidos más comunes que en esa época figuran en el Catastro, en referencia a Villaldemiro son: Mínguez, Camargo, Medina, Álvarez, Prieto, González, Vitoria, Ramos, Viñé, Villanueva, Báscones, Ruiz, Cuezva, Aranzana, Cubillo, Ávila, García y Barriuso.

Larga es la saga de los Villegas de Villaldemiro, cuyo escudo campea en lo que quedaba de la casa familiar de la fotografía. Muchos de ellos alcanzaron el estado noble y ostentaron cargos como alcaldes ordinarios, alcaldes de hermandad, beneficiados, diputados del común, etc., en Villaldemiro. Los alcaldes ordinarios conocían de los asuntos civiles y criminales del pueblo y los de la Hermandad eran nombrados para que conocieran de los delitos y excesos cometidos en el campo, reconocer los campos y montes y evitar insultos y robos en los tránsitos y despoblados, siempre de conformidad con los alcaldes ordinarios.

¿Quiénes eran los Villegas de Villaldemiro? Parece ser que Sancho de Villegas, originario de Villasebil (Cantabria), quien había obtenido confirmación de nobleza en 1565 por la Real Chancillería de Valladolid en el valle de Toranzo, casado con doña María de Caniego, originaria del valle de Mena, pudo ser el origen de los Villegas de Villaldemiro, porque su primogénito, Sancho de Villegas y Caniego, casado con doña Mariana Ortiz Arnáiz, había nacido ya en Villaldemiro en 1550, perdiéndose después el rastro de este linaje durante casi todo el siglo XVI.

Tras este Villegas inicial, comenzaríamos citando a Diego de Villegas, Fernando de Villegas y Antonio de Villegas, vecinos de Castrojeriz, hermanos, nacidos en diferentes fechas de la última década del siglo XVII, hijos de Manuel de Villegas, también residente en Castrojeriz, y alcalde de Hermandad en Villademiro en 1667. Su abuelo era Juan Diez de Villegas y su bisabuelo Juan de Villegas, que también había sido alcalde de Hermandad en 1646.  José de Villegas, residente en Castrojeriz en 1692, admitido en el estado noble en Bárcena en 1695, fue alcalde de Hermandad en Villlaldemiro en1719 y procurador en 1720. Tuvo tres hijos, de nombre José Antonio, Manuel y Antonio. José de Villegas era hijo de Manuel de Villegas, casado y residente en Castrojeriz en 1663 y alcalde de Hermandad en Villaldemiro en 1667. Era nieto de Diego de Villegas y bisnieto de Juan de Villegas.

AMBu. Casa de los Villegas (Santa Juliana)

Juan Antonio de Villegas, nacido en 1694 en Castrojeriz y vecino de dicha localidad, era hijo del referido José de Villegas y nieto, como hemos visto al referirnos a este personaje, de Manuel de Villegas y bisnieto de Diego de Villegas. Su hermano Manuel de Villegas, nacido en 1696 en Castrojeriz y vecino de dicha localidad, tuvo dos hijos: Manuel Bernardo, nacido en 1726, cura beneficiado en Villaldemiro, y Teresa, nacida en 1731, ambos naturales de Villaldemiro. El tercero de los hermanos, Manuel de Villegas, vecino de Villaldemiro, fue admitido al estado noble en 1719 por auto de hidalguía de 4 de junio de 1828. José de Villegas, nacido en Burgos, fue alcalde de Hermandad en Villaldemiro en 1754. Era hijo de José Francisco Villegas, nieto de Manuel Francisco Villegas y bisnieto de Juan de Villegas. Joseph de Villegas y Jalón era alcalde ordinario del pueblo en 1765 y don Manuel de Villegas era cura beneficiado de la iglesia de Santiago de la localidad en 1766, año en que otro Manuel de Villegas era alcalde ordinario.

Y por último, para completar este apartado, diremos que en Santa María la Blanca estaba enterrado el Doctor Francisco de Villegas, hijo de Juan de Villegas, natural de Villaldemiro, canónigo arcediano de la Iglesia Catedral de Burgos, fallecido el 18 de junio de 1678.

La Edad Contemporánea se inicia en nuestro país con un acontecimiento muy relevante. Tras un pacto entre Napoleón y Godoy para que tropas francesas entraran en España para proceder a la ocupación de Portugal, pronto se advierte que es un artificio que se ha utilizado para invadir también el suelo patrio, que muy pronto se traduce en una rotunda reacción popular que cristaliza en un alzamiento generalizado contra el ejército francés, comenzando lo que se ha venido a denominar “guerra de la independencia”. Iniciado el conflicto armado, en noviembre de 1808, tras las desastrosas batallas de Espinosa de los Monteros y de Gamonal, hay movimientos de tropas francesas de la División Villatte por Castrojeriz, Villadiego y Villaldemiro y guarniciones más o menos estables en el estratégico eje viario Burgos Valladolid, en concreto en Dueñas, Torquemada, Quintana del Puente, Villodrigo y Celada del Camino y más al norte en Castrojeriz y en Sasamón.

Desde 1810, ya de forma más sistemática, el corredor del Arlanzón, estratégica vía de comunicación para el ejército francés entre Burgos, Valladolid y Madrid, será objeto de sonados ataques y hostigamientos por parte de las fuerzas guerrilleras y en contrapartida los pueblos del entorno, como Villaldemiro, serán víctimas propiciatorias de las represalias y saqueos del enemigo y tanto los ejércitos combatientes (francés, español e inglés) como las guerrillas, vivían del territorio que ocupaban, de forma que, para el suministro de raciones y el aporte de caballos, bueyes y carros para el transporte de bagajes, se hacía imprescindible efectuar repartimientos por toda la comarca. Por otra parte, el gobierno invasor también exigía a nuestros pueblos el pago de contribuciones extraordinarias que afectaron a artículos necesarios para la alimentación y alojamiento de soldados y caballerías y, en general, una cuarta parte del producto de la cosecha de cada pueblo en trigo se computaba en concepto de contribución, así como un tercio de la cebada, deducidos los diezmos, mientras el remanente hasta el complemento del cupo fiscal podría exigirse en dinero o efectos para las tropas. Las columnas volantes, cuyos gastos también tenían que ser sufragados por los habitantes de los pueblos, se encargaban de efectuar su recogida y, si un pueblo no pagaba, estaba autorizado el saqueo e incendio del mismo.

En nuestra comarca no se desarrollaron grandes batallas, antes bien ataques por sorpresa, hostigamientos y escaramuzas contra destacamentos del ejército invasor, que con frecuencia circulaban entre Burgos y Valladolid, apoyados en guarniciones estables en Celada del camino y Dueñas. Así, el 25 de septiembre de 1811 tropas de Jerónimo Merino se batieron en la Venta del Pozo, cerca de Villaverde-Mogina; acción que repite dos días más tarde, también con éxito, entre Quintana del Puente y Villodrigo. El 9 de mayo de 1812 el coronel francés Grandseigne, ayuda de campo del mariscal Marmont, partió de Celada hacia Burgos con 120 soldados y 50 húsares del 10º Regimiento, pero poco antes de llegar a Buniel cayeron en una emboscada del cura Merino, falleciendo el coronel francés.

A principios de septiembre de 1812, hay fuerzas francesas en Estépar y Villavieja de Muñó, con retaguardia en Celada del Camino, en tanto que las anglo-españolas, con Wellington a la cabeza, están situadas en Villazopeque y Torrepadierne, con cuartel general en Villazopeque los españoles y en Pampliega los ingleses. Pero el 17 de septiembre, dos divisiones, una española y otra inglesa, precedidas de dos regimientos de lanceros del brigadier Julián Sánchez “El Charro”, avanzan ya por la izquierda del Arlanzón, por el camino real hacia Burgos, de donde se acababan de retirar los franceses, dejando una fuerte guarnición en el castillo. Comenzaba el asedio al castillo de Burgos por las tropas anglo-españolas y portuguesas de Wellington, fuertemente defendido por la guarnición francesa al mando del general Dubreton. Tanto es así que el 21 de octubre de 1812 los ingleses deben renunciar al cerco de la fortaleza, atacada durante algo más de un mes, y regresar a sus posiciones en la frontera portuguesa, hostigados por los franceses. En esta retirada es cuando se registra una acción bélica en Celada del Camino, entre el puente de Buniel y Hormaza, entre los franceses del general Souham y los ingleses de Stapleton Cotton, a quien acompañaban las partidas de Marquínez y Julián Sánchez “El Charro”.

Dos días más tarde, el 23 de octubre, se produce otra acción de hostigamiento a los aliados en su retirada, que tiene lugar entre los ingleses del general Ansón y los franceses de la Gendarmería de Burgos, del coronel Béteille, los Lanceros de Berg y el 15 Regimiento de Cazadores a caballo, comandados por Souham, a las órdenes del general Rey. Se suele denominar “Combate de Villodrigo”, pero en realidad se desarrolló frente a Villaverde-Mogina, a la altura de la Venta del Pozo, en nuestra comarca. Tras este encuentro, Wellington retrocede hacia Salamanca, para regresar ya definitivamente en 1813. En efecto, el 8 de junio de 1813 el Ejército francés de Portugal, al mando del general Reille, ya en franca retirada, pasa por Castrojeriz camino de Estepar, fijando posiciones en los alrededores de Hormaza y Estepar, donde fue atacado por las tropas inglesas de Gardiner, lugarteniente de los generales Wellington y Hill. Días más tarde, el 13 de junio, los franceses vuelan el castillo de Burgos y se repliegan de manera definitiva hacia la frontera.

Las consecuencias de la contienda, saqueos, incendios y toda clase de depredaciones y violencias se recogen minuciosamente en los libros parroquiales, entre los cuales figuran los de Villaldemiro. En efecto, su archivo parroquial fue afectado por los saqueos que realizaron las tropas francesas en los años 1812 y 1813, como consta en una nota añadida al Libro de Bautizados en el año 1813, pero aun así se conservan en el Archivo Diocesano de Burgos los Libros de Bautizados (1601-1850), de Casados (1612-1927), de Difuntos (1611-1661 y 1669-1960), de Fábrica (1764-1876), de Tazmías (1799-1836) y de Apeos (1747).

La Guerra de la Independencia fue un desastre terrible para España y en su contexto nuestra comarca del oeste burgalés fue objeto de pequeñas batallas, escaramuzas y ataques por sorpresa, se un continuo tránsito de tropas de diversa índole, españolas, francesas, inglesas y portuguesas que llevaron la destrucción y el saqueo a todo el territorio, de manera que la postración social y económica en que quedaron los pueblos, y entre ellos Villaldemiro, tardaría muchas décadas en recuperarse. La iglesia de Santa Juliana ya antes de la contienda se encontraba en tan mal estado, que José Aranzana, cura beneficiado de dicha iglesia, se había dirigido en 1805 al tribunal eclesiástico de Burgos para que el cabildo parroquial de la iglesia de Santiago contribuyera en los arreglos que necesitaba la iglesia. Pero si bien es cierto que, una vez iniciada la Guerra de la Independencia, el saqueo que sufrió Villaldemiro no afectó de manera significativa a la iglesia, salvo en el expolio de los libros parroquiales que se echaron en falta, la iglesia de Santa Juliana, que ya se encontraba muy deteriorada antes de la Guerra de la Independencia, concluida ésta, acabaría desapareciendo paulatinamente. De hecho en 1817 Dionisio Viñé, cura beneficiado de Villaldemiro señala que “la parroquia de Santa Juliana estaba inhabitable”.

Catorce años más tarde (1831), el notario del tribunal eclesiástico presenta la solicitud del cura de Santa Juliana para unir esta parroquia a la de Santiago, en el mismo pueblo, por estar arruinada esta última, y se comunica al cabildo por ser partícipe de esta parroquia; se somete al doctoral para que informe y responda, y ya de forma oficial, un lustro más tarde, el notario participa un auto dado por el arzobispo por el cual, con fecha del 30 de noviembre, habida cuenta la ruina absoluta de la iglesia, se ordena la unión de la parroquia de Santa Juliana con la de Santiago de Villaldemiro, y siendo este cabildo partícipe de los diezmos de la de Santa Juliana, lo cual pone en su conocimiento para los efectos oportunos.

Al margen de estas circunstancias bélicas, en el Semanario Pintoresco Español publicose, de enero a marzo, Un cuento de amores, escrito por D. José Zorrilla y D. José Heriberto García de Quevedo, volumen fechado en 1850, donde el ilustre poeta vallisoletano evoca los encantos de Villaldemiro. Conocido es que José Zorrilla tuvo en su niñez y juventud amplia relación con algunos de los pueblos cercanos a Villaldemiro, como Quintanilla Somuñó, de donde era natural su madre, Arroyo de Muñó, Lerma, localidad donde fue desterrado su padre tras el fallecimiento de Fernando VII, y Torquemada (Palencia), donde poseían una casa familiar. El argumento de este Cuento de Amores describe cómo don Pedro Téllez llega a las soledades de Villaldemiro, donde don León de Alba vive con su hija Flor-de-Alba. Don Pedro, que ha huido de su casa al rechazar el casamiento que le imponen sus padres, se enamora de la hermosa joven; más el odio secular de familia viene a interponerse entre los dos, aunque la generosidad de don Pedro, que impetra del favor real el perdón de los Albas, lo allana todo, y los dos enamorados esposos pasean su felicidad por la pintoresca vega de Villaldemiro.  Con estas primeras estrofas comienza Un cuento de amores:

                       Más allá de Villodrigo
                        y más acá de Celada,
                        yendo de Madrid a Burgos,
                        desde el camino se alcanza,
                        una legua tierra adentro,
                        cierta iglesia solitaria
                        sobre un cerro, y que parece
                        pobre ermita abandonada.
                        Mas no es así: pues del cerro
                        en la contrapuesta falda,
                        y entre otros muchos cerrillos
                        que el terreno desigualan,
                        hay tendido un pueblecito
                        que se esconde a las miradas,
                        mas cuyo fecundo seno
                        tesoros avaro guarda.
                        Su nombre es harto poético,
                        aunque no está en ningún mapa
                        ni se lee en ninguna historia:
                        Villaldemiro le llaman.

Y, ya para concluir este apartado de los apuntes históricos de Villaldemiro, habría que reseñar que en el pasado siglo XX se dio por concluida en 1918 la carretera que unía la general de Burgos a Valladolid por Villaldemiro y Sasamón con la provincia de Palencia en el puente de Zarzosa y por Real Orden se dispuso se hiciera cargo del Patronato de la Obra Pía “para instrucción de solteras virtuosas, quienes es voluntad del testador se inviertan los fondos de la obra pía”, instituida por D. Pedro Fernández Cerezo de Torquemada en Villaldemiro, la Junta provincial de Beneficencia de ese pueblo.

En julio de 1936, como es conocido estalla la Guerra Civil y en Villaldemiro, según la relación que el ayuntamiento del pueblo remitió a la Diputación Provincial para, junto con el Ayuntamiento de Burgos, redactar un libro sobre la guerra, había en la localidad 30 falangistas, también existía Casa del Pueblo, con 29 afiliados; en los primeros días salieron hacia el frente como voluntarios 26 jóvenes y por llamamiento a quintas 28 soldados, falleciendo en el frente y por otras circunstancias cuatro individuos y regresando heridos o mutilados otros seis. Entre el 20 y el 21 de julio se produjeron las detenciones e ingreso en prisión de Benigno Carranza Plaza, alcalde republicano del pueblo, a quien se le abre también expediente de Responsabilidades Políticas y su hermano, Luis Carranza Plaza, perteneciente a la Gestora Municipal republicana, a quien también se le incoa expediente de Responsabilidades Políticas. Junto a estas personas, son detenidos, asimismo, e ingresados en prisión, Dalmacio González Sedano, teniente de alcalde, Nicanor López Arnaiz, sindicado a la UGT, de profesión pastor, a quien también se le abre expediente de Responsabilidades Políticas y Teófilo Adrián Izquierdo, ingresado en prisión el 21 de julio y puesto en libertad el 14 de agosto de 1936.

Ya en la posguerra, aunque por Orden de 25 de septiembre de 1951 se crean definitivamente escuelas nacionales de Enseñanza Primaria en determinadas localidades de la provincia y entre ellas Villaldemiro, es la época en la que lamentablemente comienza la despoblación de nuestra comarca, con la emigración de los vecinos de la localidad hacia las ciudades, que ha dejado reducido su censo poblacional a no más de 70 habitantes. No obstante, la iniciativa asumida por anteriores regidores se materializó en una serie de obras como las de 1974-1977 de abastecimiento, distribución y saneamiento de aguas de Villaldemiro, de 1982 de reparación de la iglesia parroquial y de 1983-1986 de pavimentación de calles.

Por otra parte, a lo largo del siglo XXI han sido diversos los impulsos de Villaldemiro para dinamizarse técnica y turísticamente. De especial importancia la instalación de Parque Eólico «El Gallo», de 49,4 MW. de potencia, 26 aerogeneradores Vestas de 1.900 kW. de potencia unitaria, ubicados en su término municipal así como en el de Los Balbases y Villaquirán de los Infantes. En el 2014, se instala un parque temático dedicado al Lejano Oeste, Río Loco, y, con el fin de crear un ambiente de encuentro entre los vecinos,  se construye un Centro Social junto al Ayuntamiento.

Ayuntamiento y Centro Cultural Andrés Javier Villa

Entre sus vecinos ilustres destaca Víctor de la Peña Pérez, OFM, (1933-2005) Vicario Apostólico de Requena en la selva alta del Perú (1987-2005) y obispo titular de Avitta Bibba en Cartago (1982). Y, entre sus descendientes, cabe destacar al poeta y escultor Andrés Javier Villa (1953-2011) quien desde el 7 de noviembre de 2015 da nombre al Centro Social.  Esta vinculación abre nuevos horizontes culturales que culminan con la denominación de Villaldemiro como “Villa de la Escultura Metálica”.